¡Ni readmisión, ni claridad … ni prórroga!

Contrasta escuchar a la pusilánime mayoría sindical defendiendo la prórroga como «única manera de proteger a la plantilla de las reformas y nuevas leyes laborales, de pensiones y derechos sociales», evidenciando, un claro entreguismo a la situación derivada de la crisis estafa, sin plantar cara a la patronal no ya en nuestra propia empresa, sino en el panorama estatal laboral.

ozContrasta, decimos, con la versión optimista de la empresa que, tras repasar el proceso negociador desde la firma del convenio del 2011 –gracias a la «adecuada interlocución social»– reconocen sin ambages que el primer semestre de 2014 permite pensar que se esta saliendo de la crisis a la vista de los resultados económicos, y Telefónica vuelve a ser líder en el sector de manera clara.

La empresa dice que la negociación desde el 2011 les ha permitido adaptar las condiciones de la plantilla a las necesidades de la empresa derivada de la crisis, con especial hincapié en la situación de crisis aguda del año pasado, la que se consiguió acometer gracias al acuerdo de la prórroga y los posteriores acuerdos de movilidad y funciones de clasificación o el de disponibilidades necesarias, adaptándose a las necesidades del mercado.

Por eso, en el actual contexto «en positivo», creen necesario cumplir con los plazos del convenio y afrontar las negociaciones al término de este.

Aunque persisten en la necesidad de actualizar las condiciones actuales de la plantilla a unas nuevas condiciones de flexibilidad y eficiencia equiparables al actual marco laboral.

Y en CGT nos congratulamos de coincidir con la empresa, no en el rechazo de la prórroga –como dicen los firmantes en un comunicado que se lanza casi sin haber terminado la reunión de ayer por la mañana– sino en ese análisis económico optimista –así lo explicábamos en nuestro comunicado del martes– y por eso la hemos invitado a renegociar tan malos acuerdos pasados, incluso, y como la economía doméstica lo permite, a crear empleo de calidad de una vez por todas. Eso sí, siempre que readmitieran a los despedidos de Zaragoza y que el proceso negociador fuera los más nítido posible.

Pero la empresa el positivismo solo lo entiende en clave mercantilista, y acostumbrada, como está, a tanta concesión, piensa que será más beneficioso esperar al 2015, año de elecciones sindicales, cuando, por encima de los intereses de las personas que trabajamos en esta empresa priman los resultados electorales.

 

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