Protocolo de vigilancia de la salud sobre el plomo

Desde hace muchos años se conoce la toxicidad del plomo e Hipócrates recoge graves quebrantos de salud en la Grecia clásica e incluso los sumerios y egipcios relatan sus efectos sobre la salud hace seis mil años. Por ello el Director General de Salud Pública, afirma, que la vigilancia periódica de la salud, debe extenderse: “incluso prolongándola más allá de la finalización de la relación laboral en algunos supuestos”. El caso del PLOMO es uno de estos supuestos.

La Compañía Telefónica Nacional de España ha sido una empresa de telecomunicaciones, con una red de distribución de servicio soportada por cables de pequeña mediana y gran capacidad, con envoltura de plomo. Cables de red doméstica (par interior) de plomo, con tacos de sujeción de plomo, con cables de fachada y de cuadretes de plomo y grandes cables interurbanos con cubiertas de plomo.

Todos esos cables se desenrollaban, moldeaban, grapeaban, soldaban, mandrilaban, escariaban, desoldaban, segregaban, recogían, almacenaban y pesaban manualmente. Los operarios debían trabajar el plomo con las manos desnudas, ya que abrir un empalme, conectar y dar paso o segregar pares, cerrar y sellar no se hacía con guantes, por no estar quitando y poniendo todo el tiempo.

 

Las soldaduras se hacían con sopletes calentando el plomo y limando y ajustando la boca del corte para empalmar. Esa actividad se realizó siempre en galerías de cable, en cámaras, en sótanos y lugares confinados. Para prevenir posibles riesgos -de trabajar con plomo o plumbemia- existen una serie de normas y reglamentos de salud laboral, que deben aplicarse en toda actividad de trabajo o manejo con plomo.

En esas normas se fijan revisiones previas y posteriores periódicas de análisis y control de plomo en sangre, en orina y en otros órganos del cuerpo. Esas exploraciones se deben seguir en el tiempo, para ver la evolución de la asimilación de plomo. También existen pautas, recomendaciones y prohibiciones de no fumar, no comer, no morderse las uñas, lavado tras acabar la tarea, recogida y custodia de la ropa de trabajo, lavado profesional, limpieza de las herramientas (alicates, limas, sierras, soldador) y EPIS (guantes, mascarillas, gorras, gafas).

A pesar de todo lo anterior, en el curso de los años, ciertos trabajadores han desarrollado algún grado de plumbemia o saturnismo, con caída de piezas dentales, anemia, estrés, insomnio, irritabilidad… Por ello, se ha debido hacer un riguroso y detenido seguimiento de su evolución, procurando relevar del puesto a las personas más sensibles, espaciando los trabajos con plomo, o destinando a otro trabajo a los afectados.

Hoy tras varios años en que ya se abandonó el trabajo con plomo, siguen padeciendo secuelas muchos de los antiguos trabajadores del plomo, principalmente celadores, empalmadores y almaceneros, (con denominaciones posteriores Auxiliar Técnico de Red, Operadores Auxiliares y Operadores de Comunicación en la actualidad) cuyo cometido era atender la red urbana, la interurbana y recoger almacenar y cargar los cables y restos de ellos.

Ni por el SME, ni por los servicios públicos de Seguridad Social o del Instituto de Seguridad e Higiene se mantienen controles -ni seguimiento- de dichos trabajadores con plomo. Se puede afirmar sin error posible, que no todas las pruebas, análisis, controles y registros de valores se conservan, ni se han transferido como está previsto, tras la salida laboral de los interesados.

La gravedad del asunto se recoge también en la Introducción del Protocolo, detallando las graves consecuencias por su contacto, desde miles de años atrás y la restrictiva legislación, que desde hace 15 años se produce en los países más industrializados.

Este Protocolo se aplica a trabajadores en presencia de plomo metálico y sus compuestos iónicos en el ambiente laboral. Trabajador expuesto es quien trabaja en un ambiente con 40 μg/100ml – hombre y 30 μg/100ml mujer fértil. Según el apartado 2.2 del P. de V. S. las actividades de elevado riesgo son: recuperación de plomo y sus residuos (chatarra) y la soldadura de objetos y producto con aleaciones de plomo.

Es muy revelador el penúltimo párrafo del apartado 2.3.1 que dice: “Hay que señalar que la población NO expuesta al plomo por razones laborales está más o menos en contacto con este metal a través de la alimentación habitual o el ambiente urbano, sin que en ninguna de las poblaciones adultas estudiadas en nuestro continente (Europa) la concentración media de plumbemia alcance el nivel de 30 μg/100ml”. ¿20 μg/100ml?

Quiere ello decir, que aun siendo menor al nivel de riesgo, cualquiera tiene dosis de plumbemia en sangre, que se puede elevar y superar claramente, en cuanto inicie tareas en contacto con el metal. Es decir, el factor general de la población se potencia con la actividad laboral. Por pequeño que sea el tiempo o la concentración en el ambiente, se pueden superar los niveles de riesgo.
El reconocimiento y análisis de los huesos, las encías, riñones o el hígado debe ampliarse los años que sean necesarios, hasta tener la certeza, de que la acumulación de plomo en el cuerpo es tan baja como la población sin contacto directo. En caso de detectarse niveles críticos o de duración extralaboral, se deben tomar medidas de cobertura y aseguramiento de la vida y de minusvalías o patologías invalidantes, conviniendo las pólizas de seguro procedentes para indemnizar dichas secuelas.

Y no es sólo la afección de órganos vitales y su dolencia o patología futura, sino otros factores consecuencias de ello, como la anemia (agravada si existía talasemia previa), irritabilidad, cansancio, somnolencia, cardiopatías, parestesia, nicturia, etc. Incluso abortos por exposición paterna: “Excess lung cancer among workers exposed to lead”. De: Environment health 1995.


Se han descrito afecciones cardiovasculares y riesgo coronario, o la hipertensión arterial con bajos niveles de exposición y muertes por exposiciones de más nivel. Otros estudios epidemiológicos concluyen en un aumento significativo de cáncer de estómago, pulmón y vejiga, por contacto con plomo.