Sin miedo

Por fin,  las direcciones sindicales mayoritarias no han tenido más remedio que reconocer que los cambios en la ULTRACTIVIDAD de los convenios no implican,  irremediablemente, la desgracia para todos los trabajadores de Telefónica. Que no tenemos por qué vernos obligados a rendirnos, a entregar las llaves de nuestro futuro a la empresa, a negociar y acordar con Telefónica cualquier cosa, por mantener nuestras condiciones laborales. Caía así el argumento principal que se ha usado para apostar por la prórroga de un convenio malo y con una estrategia cobarde.

La cuestión quedaba tan clara que el mensaje de estas direcciones sindicales mayoritarias tuvo que cambiar desde aquel alarmante ¡¡Peligro, peligro!! al tímido reconocimiento de que existe “alguna certidumbre positiva”

Y es que la última sentencia, esta vez del Tribunal Supremo -antes hubieron otras, incluso de tribunales europeos-, volvía a confirmarlo. Se garantizaba que en ningún caso,  los y las trabajadoras tenían que acabar con sus condiciones laborales en “el cubo de la basura”, por el hecho de que se hubiese llegado al fin de la vigencia del convenio y del plazo límite de negociación.

Pues en esa estábamos cuando, de pronto, ha aparecido en escena un nuevo “fantasma” que rápidamente está siendo inflado por aquellos mismos interesados.

Se avisa ahora que la empresa, al ver amenazado el nivel de rentabilidad de la inversión en fibra, puede frenar el despliegue de ésta y que es el  “despliegue de la FTTH su principal motor para garantizar la empleabilidad futura.” ¡¡Chúpate esa!!

Por supuesto, tod@s sabemos que es necesario estar atentos a los cambios que se producen en el tablero de juego de los capitalistas. Y es importante, sobre todo, para analizar las repercusiones sobre los y las trabajadoras. Pero cuando se lanzan a los cuatro vientos sospechas y peligros hipotéticos -como ocurrió con la Ultraactividad que otros explicámos y relativizámos-, cuando se da credibilidad absoluta a los argumentos de la empresa, a sus supuestas intenciones, cuando se opta por la defensa incondicional y pública de las tesis del patrón que sólo se conocen por boca de éste. ¿Qué tipo de sindicalismo se está haciendo?

Pero sobre todo, cuando ese mensaje atemorizante a l@s trabajador@s, no viene acompañado de la preparación junto a la plantilla de ninguna estrategia para hacernos valer y defender nuestros derechos, entonces  ¿no resulta sospechoso?

¿Por qué se crean o se agitan estos fantasmas? Lo que las burocracias sindicales buscan con estos mensajes de miedo es paralizar cualquier exigencia reivindicativa de la plantilla, proyectar un horizonte temible respecto a la empresa y autodesignarse como los únicos “capaces” para negociar en un panorama tan oscuro. Quieren tener las manos muy libres para llegar a acuerdos con la empresa, sean éstos del nivel de entrega que sea.

Es decir, lo que pretenden los burócratas es mayor libertad para continuar su línea de nulo enfrentamiento con la empresa y llegar a pactos aunque éstos vuelvan a ser desfavorable para l@s trabajadr@s. Volver a vender, una vez más, aquello de  “Virgencita que me quede como estaba!!”.

En CGT estamos segur@s de que el miedo no siempre va a quedarse instalado en l@s trabajador@s. Vivimos tiempos en los que el miedo comienza a cambiar de bando.

En las recientes elecciones en Grecia, los poderes europeos y el partido de la derecha también intentaron con todas sus fuerzas asustar al pueblo para marcarles el camino. Han amenazado, directa o indirectamente con los mayores peligros. Pero nada de esto ha funcionado.

Llega un tiempo para el inicio de la recuperación de nuestros derechos, de levantar nuestra dignidad. 

Las próximas elecciones sindicales (abril 2015) será un buen momento para que la plantilla decida. Y que el miedo deje de  ser también quien marque nuestro camino en Telefónica.